CRISTIANISMOPRACTICO.COM.- La figura de Jesús es central en la fe cristiana, pero también es reconocida en otras religiones. Para entender el contexto religioso de Jesús según la Biblia, es fundamental explorar su vida, prácticas y enseñanzas. En este artículo, examinaremos desde una perspectiva exegética y teológica la religión que Jesús practicaba y cómo esta fue clave en su misión y en la formación del cristianismo.
Jesús y su contexto religioso judío
Jesús nació y creció en una familia judía, dentro de la tradición del judaísmo, en el contexto de la región de Palestina durante el primer siglo. El Nuevo Testamento, especialmente los Evangelios, nos muestra a Jesús participando activamente en la vida religiosa judía, respetando las leyes mosaicas y observando las fiestas tradicionales.
Desde su infancia, vemos cómo la vida de Jesús estuvo profundamente marcada por el judaísmo. En el Evangelio de Lucas, se narra cómo sus padres lo llevaron al Templo de Jerusalén cuando tenía solo ocho días para cumplir el rito de la circuncisión (Lucas 2:21), una práctica esencial del judaísmo que simbolizaba la pertenencia al pueblo de Israel. También, en Lucas 2:41-52, vemos a un joven Jesús, de 12 años, participando en la festividad de la Pascua junto a su familia y debatiendo con los maestros en el Templo, evidenciando así su inmersión en las enseñanzas judías desde temprana edad.
Enseñanzas de Jesús y su relación con la ley mosaica

Jesús dedicó su ministerio a enseñar y reinterpretar la Ley de Moisés, elemento central de la fe judía. En el Sermón del Monte, registrado en el Evangelio de Mateo (Mateo 5-7), Jesús enfatiza la importancia de cumplir la ley y destaca que no ha venido para abolirla, sino para darle pleno cumplimiento (Mateo 5:17-20).
Para Jesús, la Ley era un reflejo de la voluntad de Dios, y su misión incluyó una interpretación más profunda y espiritual de la misma. En lugar de observar la ley solo de manera externa, Jesús enfatizaba la necesidad de una pureza interior y una relación genuina con Dios, algo que resonaba con el concepto judío de vivir una vida piadosa y ética, no solo mediante ritos externos sino también a través de la justicia y la misericordia.
En el templo: Un lugar de adoración y enseñanza

A lo largo de los Evangelios, se observa que Jesús frecuentaba el templo de Jerusalén, el centro de la vida religiosa judía. En varias ocasiones, Jesús visitó el templo, donde enseñó y realizó actos simbólicos, como la expulsión de los mercaderes (Mateo 21:12-13). Este acto, a menudo interpretado como una protesta contra la corrupción religiosa, refleja su compromiso con la pureza de la adoración judía y su deseo de honrar a Dios de acuerdo con los principios de justicia y santidad.
El templo también fue el escenario de importantes momentos en su ministerio. Allí Jesús proclamó sus enseñanzas y desafió las prácticas que, a su juicio, distorsionaban el propósito original de la Ley. Estos eventos muestran cómo, aunque Jesús era un crítico de ciertos líderes religiosos de su tiempo, su crítica se enmarcaba dentro del judaísmo y buscaba una reforma interna de la práctica religiosa, no el establecimiento de una nueva religión.
Festividades judías
Jesús observó las principales festividades judías, lo que demuestra su compromiso con la tradición de su pueblo. Los Evangelios relatan su participación en la Pascua (Juan 2:13, Lucas 22:7-8), la Fiesta de los Tabernáculos (Juan 7:2,10), y Hanukkah o la Fiesta de la Dedicación (Juan 10:22). Estas festividades eran fundamentales para la identidad judía, ya que recordaban eventos históricos y la fidelidad de Dios hacia Israel.
Particularmente, su participación en la Pascua fue significativa. Jesús celebró la última cena con sus discípulos en el contexto de esta festividad, interpretando el pan y el vino como símbolos de su propio sacrificio (Lucas 22:19-20). Este acto, que para los cristianos simboliza el establecimiento de la Cena del Señor, estaba profundamente enraizado en la celebración judía de la Pascua, pero Jesús le dio un significado nuevo que apuntaba a su misión redentora.
Título de “Rabí” y su rol como maestro judío
En varias ocasiones, las personas se dirigieron a Jesús como «Rabí» (Juan 1:38, 3:2), un término que significa «maestro». Este título refleja que Jesús era percibido como un maestro de la Ley dentro del contexto judío. Como rabino, Jesús tenía seguidores y discípulos, a quienes instruía en las Escrituras y enseñaba sobre el Reino de Dios, un concepto profundamente judío relacionado con la expectativa de restauración y redención de Israel.
Los discípulos de Jesús, al igual que los estudiantes de otros rabinos judíos, se acercaban a Él para aprender sobre cómo aplicar las enseñanzas de la Ley en su vida diaria. Jesús enseñaba mediante parábolas, métodos expositivos y la aplicación práctica de las Escrituras, usando una metodología común en los círculos rabínicos de la época. Así, su rol como maestro estaba dentro de la tradición judía y no fuera de ella.
Profetas de Israel
Otra dimensión importante de la religión de Jesús es su relación con los profetas de Israel. En sus enseñanzas, Jesús constantemente citaba y refería a los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías, Jeremías y Ezequiel, para afirmar su mensaje. En Lucas 4:16-21, al iniciar su ministerio, Jesús lee un pasaje del profeta Isaías en una sinagoga, declarando que la profecía se cumplía en Él.
Jesús veía su misión como un cumplimiento de las promesas de Dios al pueblo de Israel. Él se presentaba como el Mesías, una figura esperada por el judaísmo que debía redimir a Israel y traer justicia. La afirmación de su mesianismo muestra que su misión estaba profundamente arraigada en el judaísmo y en las expectativas de redención del pueblo judío.

¿Fundó una nueva Religión?
Una pregunta frecuente es si Jesús pretendía fundar una nueva religión distinta del judaísmo. A lo largo de su vida y ministerio, Jesús nunca afirmó que estaba creando una religión separada. Más bien, su intención parecía ser una renovación del judaísmo, orientándolo hacia una relación más directa y personal con Dios. La Biblia muestra que Jesús criticaba las prácticas religiosas superficiales, llamando a sus seguidores a una fe genuina y a vivir de acuerdo con los principios de la ley de amor y justicia.
Tras la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores comenzaron a proclamarlo como el Hijo de Dios y el Salvador, y esto atrajo tanto a judíos como a gentiles (no judíos). Así, aunque el cristianismo eventualmente se desarrolló como una religión distinta, con identidad y prácticas propias, inicialmente fue visto como una secta judía. El cristianismo se definió gradualmente, pero el mensaje de Jesús siempre estuvo arraigado en las Escrituras y la fe del judaísmo.
Según la Biblia, Jesús practicaba el judaísmo y vivió y enseñó dentro de sus tradiciones. Era judío en su identidad, en su vida religiosa y en su misión. Su propósito no fue establecer una nueva religión, sino cumplir las promesas de Dios dadas al pueblo de Israel y llamar a una renovación espiritual.
Jesús reinterpretó y cumplió la Ley de Moisés, inspiró a sus discípulos en el amor a Dios y al prójimo, y, a través de su sacrificio, ofreció redención tanto a judíos como a gentiles. Así, aunque el cristianismo se desarrolló como una religión aparte, sus raíces y el mensaje de Jesús permanecen profundamente vinculados al judaísmo, y Él es reconocido en la Biblia como el Mesías prometido de Israel.