CRISTIANISMOPRACTICO.COM. La expresión “iglesias cristianas” suele referirse a las principales tradiciones que han surgido dentro del cristianismo: el catolicismo, la ortodoxia, el protestantismo y las iglesias evangélicas independientes. Cada una de estas tradiciones tiene sus raíces en la historia y en diferentes interpretaciones de las Escrituras. Pero, ¿qué dice la Biblia sobre la iglesia y sus diversas expresiones? Este artículo analiza los principios bíblicos que iluminan estas cuatro grandes corrientes cristianas.
La iglesia según las Escrituras
Efesios 2:19-22 – Un solo edificio en Cristo
En Efesios 2:19-22, Pablo describe la iglesia como un edificio espiritual fundado en los apóstoles y profetas, con Jesucristo como la piedra angular: “En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”. Este pasaje destaca la unidad de la iglesia bajo un mismo fundamento: Cristo.
Aunque este ideal de unidad es central en las Escrituras, las diferencias doctrinales y culturales han llevado a la formación de diversas expresiones del cristianismo, cada una buscando honrar a Cristo de maneras particulares.
1 Corintios 12:12-14 – Un cuerpo, muchos miembros
En 1 Corintios 12, Pablo utiliza la analogía del cuerpo para describir la iglesia: “Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros… así también Cristo”. Esta diversidad dentro de la unidad se refleja en las distintas iglesias cristianas, cada una contribuyendo con sus dones y perspectivas al cuerpo de Cristo.
Las cuatro grandes tradiciones cristianas
1. Catolicismo
El catolicismo es la tradición cristiana más grande y antigua, que afirma ser la continuación directa de la iglesia establecida por los apóstoles. Pasajes como Mateo 16:18 (“Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”) son clave en su doctrina de la autoridad papal y la sucesión apostólica.
La estructura jerárquica y sacramental del catolicismo busca reflejar la organización de la iglesia primitiva tal como se describe en el Nuevo Testamento, particularmente en los Hechos de los Apóstoles.
2. Ortodoxia
La iglesia ortodoxa se separó del catolicismo en el Gran Cisma de 1054. Esta tradición pone énfasis en la continuidad con la fe de los primeros siglos, apoyándose en los concilios ecuménicos y en la liturgia.
En Hechos 15:28-29, el primer concilio de Jerusalén sirve como modelo para el enfoque ortodoxo de tomar decisiones doctrinales basadas en la guía del Espíritu Santo y el consenso de los líderes de la iglesia.
3. Protestantismo
El protestantismo surgió en el siglo XVI como una reforma del catolicismo, liderada por figuras como Lutero y Calvino. Sus enseñanzas centrales incluyen la sola Escritura (la Biblia como única autoridad), la sola fe y la sola gracia.
Pasajes como Romanos 1:17 (“El justo por la fe vivirá”) son fundamentales en esta tradición, que busca regresar a los principios bíblicos dejando de lado las tradiciones humanas.
4. Iglesias evangélicas independientes
En los siglos XIX y XX, surgieron movimientos evangélicos que enfatizan la experiencia personal de salvación y el poder transformador del Espíritu Santo. Estas iglesias suelen ser menos jerárquicas y más adaptables a contextos locales.
Textos como Hechos 2:17-18, que habla del derramamiento del Espíritu Santo, son fundamentales para estas comunidades, que ponen gran énfasis en la evangelización y el discipulado.
Reflexión teológica
Aunque las diferencias entre estas tradiciones pueden parecer significativas, todas comparten el mismo fundamento en Jesucristo. La diversidad dentro del cristianismo refleja las diferentes maneras en que las comunidades interpretan y viven las Escrituras en sus contextos específicos. Como se menciona en Juan 17:21, la oración de Jesús por la unidad sigue siendo un llamado para todos los cristianos.
Las cuatro principales iglesias cristianas —católica, ortodoxa, protestante y evangélica— representan diferentes expresiones de la fe en Cristo. Aunque sus prácticas y doctrinas varían, todas buscan glorificar a Dios y extender su reino. Este análisis exegético nos desafía a reconocer tanto la unidad como la diversidad dentro del cuerpo de Cristo, recordando que todos somos parte de su iglesia universal.